Gerardo W. Físcher

























LA IDENTIDAD

DEL PUNTANO





















A mi amigo perdido,

Pablo Ezequiel Gerardo























ISBN 987-98740-0-5



© MIDGARD Editorial

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Bº Cerros Colorados Mza. 29 Csa. 10, RA-5701 Juana Koslay

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http://midgard.unsl.edu.ar/

Año 2001 - 1ª edición 1 a 200

Impresión finalizada en octubre 2001

Todos los derechos de reproducción quedan reservados.

Los derechos de autor y editorial están restringidos por el convenio Becas Arte Siglo XXI del 17/12/1999, cláusula 7ª: El Gobierno de la Provincia de San Luis, Argentina, queda autorizado a difundir la producción del becario al amparo de la beca otorgada, sin fines comerciales.

Queda hecho el depósito que exige la ley 11.723.

Fotos hechas por el autor, en el año 2000; foto 22 (cap. 12) de video puesto a disposición por Héctor Quiroga, San Luis.

Impreso: Printers Impresores, Chacabuco 1179, San Luis, Argentina

Contenido:



Foto de tapa: Monumento al General San Martín en

Villa Mercedes



0. Prólogo pág. 4

I. Crecimiento histórico

1. Puntano y Sanluiseño pág. 17

2. Los Indios y la Raza pág. 24

3. La Conquista y la Iglesia pág. 33

4. El Olvido pág. 46

II. Ubicación en el Mundo

5. "América" pág. 55

6. País-Nación y País-Provincia pág. 65

7. "Aldea Global" y Regionalismo pág. 73

8. Progreso y Derechos Humanos pág. 82

III. Evolución y la Eternidad

9. El Esfuerzo propio pág. 96

10. La Educación Escolar pág. 105

11. Cultura de Inmigrantes pág. 115

12. El Gaucho como Símbolo pág. 125

13. Camino a las Estrellas pág. 131



A. Epílogo - Palabras del Gobernador de San Luis pág. 146

B. Referencias pág. 151



C. Agradecimientos pág. 156







































































Foto 2a: En el Monumento del Campamento

de las Chacras:

"El Medio Natural"



































































Foto 2b: En el Monumento del Campamento

de las Chacras:

"El Aborigen o Natural de la Región"

























































Foto 2c: En el Monumento del Campamento

de las Chacras:

"La Presencia Hispánica"































































Foto 2d: En el Monumento del Campamento

de las Chacras:

"La Institución Capitular, o Cabildo"

0. Prólogo

¿Qué ve el mundo lejano, a escala global, de la nación Argentina y su provincia San Luis? ¿Porqué alguien en posición segura para 15 años más hasta su jubilación, con departamento cuyo alquiler puede pagar bien, con un automóvil de calidad, 2 hijos grandes bien educados, ingresos para hacer viajes a cualquier lugar del mundo y tiempo libre para pensar y anotar, deja su país del "Primer Mundo" y se va a la Argentina, y ni siquiera a Buenos Aires, sino que a San Luis en el interior? Es que lo de "primer mundo" es algo superficial, se refiere a economía y tecnología. Entre la gente reina la desconfianza, ciertas opiniones políticas - todas las que sueñan de un pueblo que reconoce virtudes en todo el mundo aceptadas, un territorio completo en todas las partes acorde acuerdos internacionales, con un espíritu de solidaridad interna y hacia los de afuera, sean vecinos o más lejanos - son combatidas por el estado, pese a que se jacta de tener una constitución y democracia.

Yo no soy un fugitivo; es más la ansiedad de volver a un mundo de mis recuerdos que me hizo venir. Como niño de 9 a casi 14 años había vivido en la Argentina. Conocí hoteles en Buenos Aires, en Junín de los Andes (Neuquén) y en la ciudad de Neuquén, viajé con tren el largo trayecto de Neuquén a Buenos Aires, pudiendo apreciar la inmensidad de la Patagonia y la pampa seca. Viví en el Delta del Tigre pescando bagres y bogas. Visité una estancia en la provincia de Entre Ríos. Pasé una semana en Mar del Plata (con mi madre). Pasé unos 3 años en un hogar de niños bien manejado. En Aldo Bonzi (La Matanza, Provincia de Buenos Aires) fui a una escuela estatal común y corriente que fue tan buena que más tarde en Alemania pude saltear 1 año y medio además de entrar directamente a la Secundaria. Percibí el espíritu de idealismo de la primera época de Perón en los años 1950 a 1953. Toda mi vida me acompañó un sentido de gratitud hacia mi escuela de entonces, a mi señorita de 6º grado (entonces se decía "5º" por haber 1º inferior y 1º superior) y mantuve un sentimiento de afecto a chicos como habían sido mis compañeros de clase.

En Alemania cumplí con lo que pedía la vida: Bachillerato, aprendizaje de Banco, servicio militar con parte voluntaria, estudio de física/matemática/astronomía, trabajo nocturno en programación de computadoras, 14 años de militancia en un partido político hasta que este bajo las presiones del estado cambió su rumbo. Fines de 1969 escribí un librito de 24 páginas con pensamientos geopolíticos, como contribución a la argumentación política en Alemania en estos tiempos. De 1971 a 1981 me sumergí en temas filosófico-religiosos, sobre relaciones entre la astronomía o astrofísica moderna, real, y el mundo de dioses antiguo de los indoeuropeos que precedió al cristianismo. Después de la publicación de este libro y su presentación en la Feria Internacional del Libro en Frankfurt a.M., Alemania Occ., en 1984 (habiendo elegido este año por la novela "1984" que describe un mundo de control total por "el gran hermano"), en muchos puntos basándome en él escribí un libro voluminoso que presenta un modelo global para todas las naciones y sub-naciones (que en la Argentina serían las provincias) del mundo. Ahí San Luis figura como una pequeña unidad entre muchísimas, pero está presente y se justifica su existencia para siglos a venir[3].

A pesar de ser capaz de vivir en mi patria natural, miraba para afuera, a ultramar: En 1967 estuve 4 semanas en Sudáfrica (entonces con gobierno "blanco") y 1 semana en Mozambique (entonces "territorio de ultramar" portugués), solamente para ver. Las noticias sobre la Argentina que me alcanzaban en Hamburgo, la ciudad de 1,7 millones de habitantes (en rango de provincia - allá se dice "estado" o "país", sub-entidad de una federación) en que yo vivía - desde el Banco o por prensa y televisión - eran del tipo prejuicioso como solía ser hablando de "Latinoamérica". La política oficial forzaba la unificación de Europa, a costo de las relaciones con ultramar, quedándole algunos privilegios a los territorios que hubieran sido colonias de países europeos, sobre todo en África. Latinoamérica empezaba a tener mala fama; uno se imaginaba gente pensando más en la siesta que en el trabajo, con estados desorganizados y democracias inestables interruptas por períodos de régimen militar, con inflación e hiperinflación como medidor que captaba algo típico. Lo veo como injusto, pero era así. Por lo tanto, para ver si en un país lejos del continente europeo podía sentirme más libre y más entre amigos como unos 20 años atrás en la Argentina, en 1976 una vez más viajé a Sudáfrica, a la ciudad de Johannesburgo en Transvaal, como inmigrante; algunos recuerdos de 9 años atrás también tenía. Habría podido quedarme, trabajo había, amigos tenía sobre todo entre los devocionados ("devotees") de la sociedad Hare Krishna, influídos por antiguas ideas hindúes sublimidas en el libro "Bhagavad-gita" (se lee 'bagavad-guita'); me faltó la música del pueblo sudafricano (si una tal existe) - puros tambores sin tonos con melodía y harmonía, o simplemente "rock" importado, no eran para mí. Regresé a Alemania después de 3 meses.

En enero de 1988 viajé a la Argentina, después de 35 años de ausencia. Hice una vuelta con aviones de línea: Buenos Aires, Mar del Plata, Ushuaia, Comodoro Rivadavia, Esquel, S.C. de Bariloche, Neuquén, Corrientes. En un discurso con 100 diapositivas de aquel viaje hasta entusiasmé a mis colegas siempre muy escépticos de la universidad en Hamburgo. Fue como si hubiese vuelto la sangre a mi cuerpo; ahora sí sabía dónde estaba mi lugar.

Muchas canciones me unen a la Argentina. Una es la marcha peronista, otras son "Adios pampa mía", "Mi Buenos Aires querido" o también "Fangio, sos campeón de carretera", por supuesto también el Himno Nacional (que nunca olvidé en todos esos 35 años), o una canción a la bandera con una estrofa "Yo te saludo, bandera azul y blanca ...", y también la canción "El negro de San Martín" que contaba una historia (la del valiente negro Falucho) que yo recordaba. La esencia de lo argentino siempre la percibí en la zamba, que es una forma de música genuínamente argentina, con el ritmo del caballo que camina y después de unos tactos cambia de paso. Una zamba que me unía al pueblo argentino en su pasado casi mítico, del mundo de los gauchos y los indios de un Martín Fierro que es persona de leyenda, es la





Zamba de la Toldería



¡Adentro! Tristeza que se levanta

Del fondo de las tradiciones

/:Del toldo traigo esta zamba

Con un retumbo de malones:/



Con una nostalgia fuerte

De ranchería incendiada

/:De lanzas, de boleadoras

Y de mujeres robadas:/

con otra melodía:

Yo di mi sangre a la tierra

Como el gaucho en los fortines

sigue primera melodía:

/:Por eso mi zamba tiene

Sonoridad de clarines:/



¡Adentro! Estruendo de los malones,

Ardor de la correría

/:Tostada de amores indios

Cobriza es la tierra mía:/



Avanzada de distancias

De largo tiempo sufrido

/:Mi zamba viene avanzando

Del toldo donde ha nacido:/



con la segunda melodía:

Yo di mi sangre a la tierra

Como el gaucho en los fortines

sigue primera melodía:

Por eso mi zamba tiene

Sonoridad de clarines,





¡Se acaba! Por eso mi zamba tiene

Sonoridad de clarines



Música: Oscar Valles

Fernando Portal

Letra: Buenaventura Luna





Hice todo para poder regresar pronto y definitivamente. En la ciudad de Trieste (antiguamente austríaca/germana, ahora italiana) existe un instituto de física conectado con un centro de cómputos, ambos de primera línea. De allá un doctor nativo de San Luis visitó el instituto en el que yo trabajaba en Hamburgo, y conversamos de mi sueño de volver al país que yo realmente quería. Me conectó con la entonces Red Argentina (ahora sería Internet) que sobre todo mantenía el contacto entre gente universitaria argentina de todo el globo terrestre. Ante todos gente proveniente de San Luis me dió ánimo, y el Dr. Alberto Colavita, profesor tanto en Trieste como en San Luis, tras consulta con el Dr. José Carcione que me había conocido en Hamburgo, me recomendó. En noviembre de 1991 viajé a San Luis por primera vez, pero aún no supe como conectarme con la universidad. La gente en general me pareció más cerrada que la de Buenos Aires, las bellezas naturales que San Luis tiene esta vez no las encontré. Pero ya descubrí que visto desde un avión el paisaje era mucho más verde de lo que uno esperaba de una región "semi-desértica" como figuraba en el atlas, y también la ciudad capital tenía más habitantes que esperado. Tuve la oportunidad de ver la reasunción del Señor Gobernador en la televisión del hotel, que me impresionó mucho, dado que en Hamburgo los políticos incluyendo tal rango son casi anónimos y muy poco queridos por el pueblo. Quedé un mes y volví un año después, esta vez para hablar en forma concreta con gente competente de la universidad acerca de un cargo[1]. Con un tercer viaje a San Luis vine para quedarme en fines de marzo de 1993.

Desde el comienzo estuve decidido a no sentirme como visitante que viene y se va, sino que participar en la vida social que pudiera tener en el pueblo. Por ejemplo participé en un concurso de fotos, en calidad de aficionado (véase diploma). Vi televisión con mis vecinos, sobre todo noticias, y ellos con su vehículo me llevaron a las afueras de la ciudad, así al lago artificial Potrero de los Funes y valles que lo rodean. En la Terminal de Buses siempre mantuve una actitud benevolente hacia los niños que ahí ayudaban a bajar equipaje o vendían diarios o simplemente pedían una monedita; me parecía que más aún que plata les hacía falta un poco de reconocimiento, de charla sobre lo que ellos pensaban, y sigo creyendo en eso, aunque sabiendo que cada caso es diferente. No me gustan los turistas que a cualquiera que los mira con ojos de pedidor le dan un dólar, sin fijarse del servicio prestado ni del comportamiento de la persona.

Apenas había logrado adquirir la ciudadanía argentina (como única) - no sin la ayuda del entonces Procurador Provincial[2] tras haberse extraviado mi expediente en Buenos Aires - me afilié en un partido político.

En el libro publicado en 1989 dedico a San Luis algunas pocas palabras[3], no habiendo espacio para más y teniendo en cuenta que todas las regiones de igual rango están en un igual derecho de tener mención. Pero vale que doy una justificación de que San Luis seguirá existiendo hasta el futuro más lejano imaginable como una de las unidades que compondrán una nueva Argentina. ¿Ya posee una identidad en la conciencia de su población? ¿Tenemos nada más que una población de antiguos y nuevos habitantes del territorio provincial? ¿O ya existe un pueblo de puntanos, sub-pueblo de un pueblo federativo argentino?

































































Copia: Diploma de participación